Habiendo resuelto el problema de la industria vinícola de forma tan brillante, fue lógico que cuando una enfermedad en los gusano de seda empezó a arruinar esa industria en el sur de Francia, llamaran de nuevo, a Louis Pasteur. Éste no sabía nada de gusanos de seda, pero cuando apuntó su microscopio, identificó un parásito que infestaba a los gusanos y a las hojas de las cuales se alimentaban. Su diagnóstico fue drástico: los gusanos y hojas infectadas tenían que ser destruidos y reemplazados por otros nuevos.
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